Columnas
Columna Institucional Sin Ambages Martes 12
Por:
Redacción el
11 de agosto de 2025
¿Queremos realmente la paz?
Lo ocurrido la noche del domingo, en Guamúchil, debe motivar una profunda reflexión sobre qué es lo que realmente, sin hipocresía ni dobleces, queremos como sociedad en medio de la dolorosa tragedia que vive Sinaloa. Tenemos casi un año implorando un día sí y al otro también que se regrese la paz, la tranquilidad y que se acabe este espiral de violencia atroz que nos ha involucrado en un caos, pero parece que una parte de la sociedad no tiene claro qué papel jugar. Y es que es hora que no podemos entender qué quería la gente en la colonia Magisterio, en Guamúchil, encarando a militares que hicieron un operativo donde detuvieron a presuntos criminales, aseguraron armas y además incautaron vehículos robados, cuando querían romper el círculo de seguridad agrediendo verbalmente a los castrenses y queriendo irrumpir por la fuerza la escena de la detención argumentando que querían saber cómo estaban los capturados. Los agentes federales reaccionaron dispersando a la rara turba arrojando gas lacrimógeno y disparos al aire. Nadie fue herido. Vamos siendo claros, lo que hizo esa gente, no lo haría un ciudadano común, menos cuando empezaron a arrojar piedras contra los elementos del Ejército quienes ahora no solo están bajo los ataques de criminales sino también de la gente. La crisis en la que estamos metidos todos demanda corresponsabilidad pues sí, es cierto, el gobierno tiene la obligación de brindar condiciones de seguridad pero también es pertinente una ciudadanía responsable que se apegue al imperio de la ley y sobre todo a los valores.
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Rota la racha de calma
Tras los primeros 9 días de agosto, cuando se gozó de una efímera racha de calma, el domingo todo cambió. Y es que al cierre de julio, el promedio diario de homicidios rondaba los 5.20 casos por jornada, pero durante los primeros nueve días del mes se redujo a 2.77 crímenes por día lo que, claro, no era para nada un acto de celebración ni para que se echen las campanas al vuelo pero era un aliciente para que se continuara en esa ruta, si es que algo están haciendo mejor las autoridades, para que sigan trabajando en el objetivo de que se recupere la tranquilidad o la ‘normalidad’ del índice tolerable de delitos en la que Sinaloa estaba para que retorne la plena vida económica, social, educativa y de convivencia en las calles. Sin embargo, el domingo la cifra cerró con 17 asesinatos, con un multihomicidio en Navolato y la muerte de siete civiles en un enfrentamiento entre gavillas en Concordia, además de varios hechos en Culiacán. Es enorme el reto que se tiene enfrente y vemos que las fuerzas federales están reforzando operativos, como los llamados ‘Harfuch’ que empezaron ir más allá de Culiacán, sobre todo hacia el norte de Sinaloa en municipios como Guasave, Sinaloa y Ahome. Este martes viene el informe de Seguridad federal. ya veremos qué dicen.
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Alcaldes con la realidad alterada
La mayoría de los políticos se preocupan sobre qué dejarán como legado una vez que dejen sus cargos, es decir el cómo quieren ser recordados cuando estén fuera del poder. Eso es una fuerza que motiva a trabajar, a construir una agenda, a dejar una marca y a edificar una historia. Pero si uno empieza a hacer un balance de qué y cómo están trabajando la mayoría de las presidentas y presidentes municipales en los 20 ayuntamientos de Sinaloa, es triste cómo es que hay una generación de alcaldes que pasarán a la historia como los más grises, pobres de visión, carentes de liderazgo político, sin autoridad política y encabezando administraciones sin pies ni cabezas. La mayoría de alcaldesas y alcaldes viven con la realidad alterada, rodeados en sus equipos de trabajo por ladinos que les endulzan los oídos a quienes les creen a pie juntillas que ‘son la última coca en el desierto’ y casi los colocan en nichos para venerarlos porque los endiosan. Hay una crisis en la clase política que gobierna la mayoría de los municipios y le están quedando a deber a la gente. No se les ve talento.
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Julio Duarte en la picota
A quien exhibieron como ‘vende plazas’ por lo que lo alcanzaron los señalamientos de corrupción, nepotismo y opaco en el manejo de los recursos públicos, fue a Julio Duarte, el dirigente del sindicato de trabajadores del ayuntamiento de Culiacán. Con una protesta en las afueras del Palacio Municipal, Vladimir Cebreros, uno de los afectados, dejó en claro que estas no son solamente declaraciones sino que interpondrán una denuncia ante la FGE por mal uso del erario pues es hora que el dirigente sindical no rinde cuentas de los más de dos millones de pesos que recibe anualmente por parte del Ayuntamiento. Reveló que Julio Duarte beneficia a su círculo de incondicionales, compadres y familia pues su papá, esposa e hijo reciben mensualmente 52 mil, 32 mil y 16 mil pesos, respectivamente. Qué bonita familia. Los vicios y malas prácticas que anidan desde el viejo régimen los sindicatos, persisten gracias a la actitud permisiva desde las esferas de Gobierno, lo que pone de manifiesto que por más que la 4T presuma que hay cosas que cambiaron, la realidad es que no, porque siguen tan vigentes como las ambiciones de líderes como Julio Duarte que no les importa nada con tal de satisfacer sus intereses.
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