México es una nación construida sobre los cimientos de civilizaciones milenarias, cuyo legado arquitectónico, artístico e histórico da forma a nuestra identidad cultural. Sin embargo, preservar ese patrimonio ha sido una tarea de resistencia ante el avance del tiempo, el deterioro, el saqueo y la urbanización descontrolada. En este contexto, la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticos e Históricos, promulgada en 1972, ha sido una herramienta fundamental para garantizar la protección de este legado.
Desde sus orígenes, la ley ha tenido una razón de ser clara: asegurar que los bienes con valor arqueológico, artístico e histórico sean resguardados, restaurados y transmitidos a las futuras generaciones. Gracias a esta legislación, sitios como Teotihuacán, Chichén Itzá, Monte Albán y el Centro Histórico de la Ciudad de México han sido preservados como testimonios tangibles de nuestra historia.
Sin embargo, el panorama actual es desafiante. Si bien la ley ha logrado proteger numerosos monumentos y zonas arqueológicas, enfrenta problemas que ponen en riesgo su eficacia. La falta de recursos para el mantenimiento de los sitios, el crecimiento urbano que amenaza zonas protegidas, el tráfico ilícito de piezas arqueológicas y el escaso conocimiento de la población sobre la importancia de la conservación cultural son obstáculos que requieren acciones inmediatas.
Además de ello, el obstáculo más importante que tiene amenaza su cumplimiento tiene que ver con los planes, programas y políticas públicas de los gobiernos locales, estatales y el propio gobierno federal, encargado de defender estos sitios, pues en los últimos años ha puesto en entredicho el marco jurídico, al realizar obras denominadas “estratégicas” en lugares que la propia legislación debería proteger (sí hablamos del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles y del Tren Maya).
Ante estos desafíos, urge un replanteamiento de estrategias. La digitalización del patrimonio, el uso de tecnología para la conservación y la promoción de una cultura de respeto entre los ciudadanos pueden ser claves para fortalecer los alcances de la ley. Además, una mayor participación comunitaria en la protección del patrimonio podría convertirse en el elemento que garantice su preservación.
La Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas no es sólo un documento legal;
es un reflejo de la conciencia histórica de un país que reconoce el valor de su pasado. Hoy, más que nunca, debemos consolidar su aplicación con miras al futuro, porque preservar nuestra historia es también preservarnos a nosotros mismos.
Síguenos en Facebook, Twitter,
Youtube ¡Dale click y ponte Adiscusión!